lunes, 12 de agosto de 2013

De esas veces que...

De esas veces que estabas a punto de ir a dormir y un mal momento te trae a escribir (bendito momento diría el arte de escribir).

¿Y qué es lo que te trae a escribir?
Muchas veces podrían ser ideas vagas que llegan a la mente, o recuerdos, vivencias, seguramente anécdotas, o pensamientos sobre contextos de aquí o de allá, pero cuando un mal momento te trae a un lienzo en blanco... ufff, un sentimiento de liberación te alcanza.

¡Oh! bendita liberación que llega a estas teclas!, se cosecha en la mente, va de tu cuello a las manos y sale por lo dedos. Tal vez es la mejor manera de sacar aquello que te acongoja, te aprieta, te asfixia.

Yo no sé que mal momento los abrigue, pero a mí, me atrapa la impotencia de no poder ofrecer a mi ser querido lo que sueña, no en este momento, no tan fácil. 

Trabajo duro es el pan de cada día, metas a largo plazo son las montañas que subir, sueños: la fórmula, familia: el motor.

Gracias Dios por permitirme este reto, sin él seguro no habría adrenalina, anhelos, ni movimiento, sin embargo, dónde está la luz, dónde está el entendimiento, cómo transmito ese espíritu de largo plazo, cómo absorbo esas lágrimas, ¿cómo?

Estoy seguro que es sólo un momento de fibras, fibras que revoloteaban de emoción al ilusionarse, y después: trassss cubetada de agua fría. Bueno, así es como sabe la vida.

El día de mañana voltearemos y diremos: valió la pena, hoy tenemos lo que buscábamos y ahora entendemos por qué hasta ahora.

La búsqueda apenas comienza, este trayecto es nuestro, lo construiremos, forjaremos sus pilares y alzaremos la bandera familiar al final de este ciclo.

Nuestro mañana es hoy, ese mañana lo soñamos esta noche, y ese mañana lo viviremos con los ojos que compartimos, porque este amor es el fuego que requiere nuestro motor, y estas fibras la garra con la que alzaremos las miradas.

De esas veces que... respiras profundo y dices gracias por la señal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario